Danza contemporánea. Estas dos palabras unidas, para qué nos vamos a engañar, dan yuyu a una gran mayoría del público. Cuanto menos, a muchos espectadores les provocan pereza. Dan pereza porque estamos cansados de asistir a montajes que, cuando sales de la sala, te han dejado exactamente igual que entraste. Y en cuanto eso te ha pasado más de una vez como espectador, abandonas. Y ese es el riesgo. Todos corremos el riesgo de que lleguen a la cartelera de danza en Madrid espectáculos como Nameless Handas (A Dolls House) –de la compañía japonesa Noism Company-, o Desh –pieza que el brillante coreógrafo británico Akram Khan presentó en la pasada edición del Festival Madrid en Danza-, y que pasen desapercibidos para una importante masa de virtuales espectadores.
Nameless Hands llegó en silencio, por la puerta de atrás, para irrumpir como un vendaval en la programación de danza de los Teatros del Canal de Madrid, que, al tercer día de exhibición prácticamente llenaron la platea de la Sala Roja con un público rendido y puesto en pie tras finalizar su última función de danza en Madrid. Akram Khan si llegaba con mayores avales para unos espectadores ávidos de disfrutar nuevamente de su genialidad, pues no era la primera vez que se dejaba caer por la capital.
Joyitas para amantes de la Danza en Madrid
Está claro que una compañía de danza del nivel de Noism, venida desde Japón, no puede programarse más de una semana en Madrid por lo que ello supone de costes y cuadraturas de agendas. Así que los que tuvimos la suerte de descubrirla, a buen seguro la registramos en nuestras agendas para futuras visitas. Me quedaré corta en adjetivos si califico Nameless Hands como un espectáculo puramente bello, conmovedor, sugerente, emotivo y desasosegante.
Todo rema a favor, sin ninguna duda: unos bailarines absolutamente virtuosos y dotados para poner sus cuerpos al servicio de la danza; la dirección de Jo Kanamori, con una línea muy clara de por dónde desea llevar al espectador; un diseño de iluminación rondando la genialidad, con luces que participan del espectáculo como un bailarín más; y una selección musical… en fin, qué puedo decir de esa música…, lloré y vi llorar.
Conocí a una persona hace unos años que me enseñó muchas de las cosas que hoy sé sobre buenas prácticas en la comunicación de artes escénicas y gestión cultural, y muy sabiamente siempre recordaba a las compañías de danza en Madrid que, hasta la bajada del telón, todo es coreografía. Ejecutar el saludo final es algo tremendamente difícil, es otra coreografía más, y muy pocos saben resolver adecuadamente este momento crucial para cerrar de manera redonda un espectáculo. Pues ayer muchos espectadores, entre ellos mis queridos tuiteatreros, coincidíamos en que por tan solo la escena del saludo final, ya mereció la pena acudir al teatro. Qué comienzo, ¡ y qué cierre!
Cantera de espectadores de danza en Madrid
El británico de origen banglaDESHí Akram Khan igualmente cautivó al público entregado de Madrid en Danza ante un despliegue técnico al alcance de muy pocos. Cierto que algunos podrán criticar que con tal cantidad de recursos escénicos, lumínicos y audiovisuales es fácil meterse al público en el bolsillo. No lo creo así del todo. Está claro que se puede caer en la tentación de explotar esos recursos hasta hacer perder la magia -ocurrió en algún instante-, pero sin duda hay que reconocer el enorme trabajo creativo desarrollado por gentes con talento. Para esta producción Khan contó con el oscarizado artista visual Tim Yip (Diseño de Producción para Crouching Tiger, Hidden Dragon); el artista asociado del Sadler’s Wells como diseñador de iluminación, Michael Hulls; el escritor y poeta Karthika Naïr, y la compositora ganadora de un premio Olivier Jocelyn Pook.
Desde luego salí asombrada por el espectáculo que acababa de disfrutar gracias al arte de un hombre menudo en escena y todas esas posibilidades técnicas a su servicio. Pero lo que mejor sabor de boca me dejó de este espectáculo fue conocer la emoción de una niña de nueve años, que, tras salir de una de las funciones, insistía entusiasmada a su madre que quería escribir un cuento sobre ello. Y aquí tenéis el resultado.
¿Hay cantera o no hay cantera entre los pequeños espectadores de danza en Madrid? ¡Y danza contemporánea!
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