A las 22 horas, en el teatro Lara. A esas alturas del día me suele dar pereza ir al teatro. Sé que al día siguiente pago las consecuencias con muuucho sueño, y más si ha habido post-función con los tuiteatreros. Así que suelo evitar funciones trasnochadoras entre semana, salvo que el olfato y algunas referencias de confianza me hagan intuir que va a merecer la pena. Pues bien, La abducción de Luis Guzmán, escrita y dirigida por Pablo Remón, merece sin duda una buena resaca de sueño.

teatro lara la abducción de luis guzmán

 

De nuevo aparece uno de esos pequeñísimos montajes que llega casi por la puerta de atrás, sin hacer ruido, y del que apenas nos ha hablado alguien que vio un ensayo en casa de un miembro del equipo. Y sé que no te me lo debo perder. Entre las bellas columnas de fundición del teatro Lara, un sofá, un sillón, una antigua televisión analógica, una mesita con portarretratos de plata y otra mesa redonda destartalada, se presentan por toda escenografía. Suficiente para masticar el olor de ese lugar donde se detuvo el tiempo, para sentir el roce áspero de cada movimiento, para saborear los ecos agridulces de los miembros de la familia que ya no están.

El hall del teatro Lara, catapulta al espacio exterior

Según voy madurando, creo más firmemente que afrontar la realidad debe ser muy duro para determinados humanos, especialmente para aquellos que desarrollaron una sensibilidad extrema. Luis Guzmán -genial Emilio Tomé- parece ser uno de ellos. Por extraño que parezca, son personas que se defienden mejor entre conceptos y códigos próximos al más allá, porque el más acá les desborda. Luis Guzmán prefiere escuchar una y otra vez el Disco de Oro de la Humanidad lanzado por la NASA al mundo exterior en las sondas Voyayer; fantasea pensando en la audiencia del programa de radio sobre fenómenos paranormales que ‘emite’ desde el salón de su casa con una grabadora y una cinta de casette.

Ahora está solo. Ya no existe figura paterna que proteja a ese ser infantil y ávido de rutinas. Su hermano Max -espléndido Francisco Reyes- se autoimpone la misión de traer a Luis Guzmán hasta la realidad con la que aquí nos manejamos, aunque solo sea por unos instantes, para que tome conciencia de la muerte de su padre. Una realidad de la que Max también ha huido, de otro modo; poniendo simplemente distancia física. Tiene que entrar en escena su mujer, Clara -acertada Ana Alonso-, como contrapunto para ubicar desde fuera a los ya abducidos espectadores del teatro Lara.

Si tuviera que elegir una palabra para definir esta nueva experiencia teatrera, elegiría ‘ternura’. Desde el minuto uno empaticé con ambos hermanos, y con sus dificultades para tomar conciencia y afrontar su realidad. A través de un humor a veces surrealista, Pablo Remón atrapa al público y lo desconcierta al tiempo. Sabes que te estás riendo pero que en cualquier momento esa sonrisa quedará congelada. Y de ahí al nudo en la garganta es cuestión de un segundo.

Han pasado varios días desde que vi la función en el teatro Lara y todavía recuerdo las emociones que me despertó. Este es el teatro que me gusta. Hasta ahora solo conocía el trabajo de Pablo Remón en cine, por su película Casual Day. Parece que es su primera incursión en las artes escénicas y espero que sea lo suficientemente exitosa como para animarle a continuar. Esta teatrera y otros tuiteatreros que la acompañaban no le perderán la pista.

Ficha artística

Autor y director: Pablo Remón; Reparto y texto adicional: Ana Alonso, Francisco Reyes y Emilio Tomé; Iluminación: Eduardo Vizuete; Escenografía y vestuario: Ikerne Giménez; Producción: Silvia Herreros de Tejada; Mobiliario: Restauradoras Creativas; Diseño Gráfico: Dani Sanchís.

Funciones en el teatro Lara: 5, 12 y 19 de marzo, a las 22 horas.

Más información y compra de entradas en esta web.