Solo les queda una semana en cartel y no quería dejar pasar la oportunidad de escribir una breve reseña sobre La maleta de los nervios, que hasta el 26 de febrero abren y cierran unas afiladas Chirigóticas en el Teatro Alfil, bajo la dirección de Antonio Álamo.

La noche que asistí a la función era uno de esas en las que el mercurio se negó en Madrid ni tan siquiera a superar un par de grados positivos y, sin embargo, aguardando en la puerta estuvimos ilusionados un buen número de gente teatrera que más tarde llenaríamos el patio de butacas. Para empezar, esto ya es reseñable; un teatro lleno, ya es digno de mención.

Las Chirigóticas Ana López Segovia, Alejandra López y Teresa Quintero, como si lo de la temperatura no fuese con ellas, aparecieron en el escenario con ese vestuario que lanzaba un pulso al frío y a los prejuicios estéticos de cualquiera. Un buen primer retrato visual, que rápidamente se vio completado por las lenguas afiladas y calientes de las protagonistas.

Basándose en los estereotipos de amas de casa que parece que no hacen nada, y experimentando con los recursos que la chirigota y el carnaval gaditano ponen al servicio del lenguaje teatral, por las tablas se van paseando mujeres que en su día a día topan con ciento y una dificultades para salir adelante con muy pocos recursos, para criar a sus hijos, para contentar a sus maridos, para lidiar con la cuñada e incluso para sobrevivir en países donde no son bien recibidas y se las mira de reojo.

chirigóticas la maleta de los nervios

Y entre carcajada y carcajada, entre tema y tema (geniales las versiones de las letras de conocidísimas canciones a modo de chirigota), de esta maleta llena de nervios van saliendo mensajes que, en algunos casos, con toda la irreverencia del mundo, las Chirigóticas lanzan al respetable: «Sí, sí -parecen decir-, usted se va a ir reído para casa, pero se va a llevar unas cuanticas cosas en la maleta para que usted ya les dé una vueltita cuando pueda».

Si tenéis oportunidad, y aprovechando las fechas carnavaleras, no os perdáis este cachito de Cádiz en Madrid, pero eso sí, sabiendo que hay una vuelta de tuerca más en el texto de esta comedia coral de mujeres y teniendo en cuenta que es sanísimo reírse de los demás habiendo empezado por reírse de uno mismo. Las Chirigóticas nos muestran cómo.